May 20, 2012

Mujer discapacitada mueve objeto con el poder de su mente

Cathy Hutchinson, una mujer de 58 años de Massachusetts, EE.UU., es discapacitada. O casi: sus neuronas se mantienen jóvenes, activas y saludables, al punto que son capaces de accionar un brazo robótico capaz de recoger una jarra de café y acercarla hasta sus labios. Todo con el poder de su mente.

El video documenta la primera vez en 15 años que Hutchinson pudo beber un café sin ayuda. Un grupo de neurocientíficos de la Universidad Brown le implantó un microchip tan sensible que detecta las señales de su cerebro, las cuales controlan el robot, en este caso un brazo, que responde a sus órdenes. Por eso Cathy es capaz de mover objetos con su mente, literalmente. El experimento es todo un acontecimiento porque desde 2006 nadie había logrado que los pacientes pudieran mover algo más grande que el mouse de una PC. Después de estas pruebas los científicos están seguros de que el dispositivo será capaz de aprovechar al máximo los impulsos eléctricos cerebrales para ayudar a personas discapacitadas a mover cosas en ambientes tridimensionales. Los líderes del proyecto BrainGate, entre ellos el neuroingeniero John Donoghue, quieren crear una interfaz cerebro-computadora para devolver a los pacientes la movilidad perdida.
El implante incrustado en el cerebro detecta y transmite señales que son decodificadas en una computadora, la cual los traduce en acciones concretas. Hasta ahora, el sistema sólo ha permitido a los pacientes manejar objetos externos como el brazo robótico. Pero esperan que, en sucesivas fases, esta tecnología les permitirá controlar sus piernas, manos y dedos, por ejemplo.
A lo largo del año pasado tuvieron lugar proezas similares, como la del hombre cuadripléjico que saludó a su novia con un brazo ortopédico, o la del paciente parcialmente paralítico que logró hacer maniobrar a un pequeño robot. "CONTROL DE LA MENTE" AL SERVICIO DE LA SALUD Donoghue, que es director del Instituto de Ciencias del Cerebro en la Universidad Brown en Rhode Island, no oculta su entusiasmo. Para él, las nuevas tecnologías médicas no sólo reintegrarán a los pacientes su autonomía, tan valiosa para la supervivencia, sino que, confían, "el sistema abaratará costos". En la última edición de Nature, un artículo firmado por el staff científico de la Universidad de Brown, el Centro Médico Providence en Rhode Island y la Escuela de Medicina de Harvard, describe cómo dos personas que sufrieron apoplejía y perdieron sus brazos y piernas lograron controlar brazos robóticos autónomos gracias al BrainGate, como llaman al chip que Donoghue y sus colegas implantaron en sus cerebros. El sensor, minúsculo como una aspirineta, capta la actividad eléctrica de varias decenas de células cerebrales cuando los participantes del estudio "imaginan" estar moviendo sus brazos. Conectado con 96 electrodos delgados como un cabello, el sensor envía las señales neuronales a una PC y los brazos de la máquina "obedecen" moviéndose.
 ¿CUÁL ES EL TRUCO DEL ROBOT? ¿Cuál truco? No hay truco: el programa aprendió a interpretar los patrones cerebrales mientras los participantes del experimento afectados con parálisis "ven" cómo los brazos robots se mueven. Así, el robot consiguió "adelantarse" a los movimientos y comenzó a "obedecer" las instrucciones que los pacientes envían desde su cerebro. Leigh Hochberg, cuando era un estudiante de postgrado en la Universidad de Emory, comenzó insertando implantes neuronales en monos de laboratorio. En 1999 grabó las señales emitidas por el cerebro de un macaco e investigó las que se relacionan con el control del movimiento. Fue el científico que lideró esta última experiencia. En una de las tareas, los investigadores hicieron un desafío a dos pacientes tetrapléjicos. Les pidieron que dirigieran el brazo mecánico hasta que éste alcanzara y presionara unas pelotas de gomaespuma. El hombre logró hacerlo en menos de la mitad de sus intentos. La mujer, en cambio, lo consiguió el 60% de las veces. La mujer era Cathy Hutchinson. Sin manos —y tras oficiar de cobayo— ella aprovechó para servirse un merecido café. Bebió y sonrió. "Nunca olvidaré esa sonrisa", dijo Hochberg.
Via/ Yahoo